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ARTÍCULOS

¡Un poco más de tolerancia por favor!

 

 

Como en muchas familias venezolanas, en la mía hay opiniones políticas distintas. En el pasado, esto no tenía mayor significado, pero desde hace tiempo, esta situación puede representar un foco de conflicto y separación importante. Hemos visto ejemplos de figuras públicas con familias divididas como consecuencia de mantener inflexiblemente una posición.

 

Afortunadamente, en mi caso no ha habido separación pues en mi familia, tenemos acuerdos que ayudan a mantenernos en el amor y la unión. Ha sido un gran reto y  también un aprendizaje, enfocarnos en lo que nos une y no en lo que nos separa y quedarnos la mayor parte del tiempo  posible en ese espacio de respeto al otro.

 

Uno de los acuerdos que tenemos es no hablar de política, pero -en momentos álgidos que hemos vivido en la historia reciente- a veces, cuando la familia se agrupa en oficialistas y opositores y cada grupo habla de su punto de vista, he oído la manera despectiva con la que cada grupo se refiere al otro, al que no piensa como ellos. Por ejemplo, cuando un opositor dice, los oficialistas son corruptos, se está refiriendo a todos, incluso a su hermano o cuñado que está de acuerdo con esa posición.  Igual, si un oficialista repite los escuálidos son traidores de su patria, también incluye en esa aseveración a su familia que ama a este país. Esto me hace sentir una profunda tristeza y me genera una gran interrogante: ¿quién nos dijo que pensar distinto nos hacía mejor o peor que el otro?

 

TENGO DERECHO A PENSAR DISTINTO
Hablo en primera persona, pero también me refiero a ti y a todos los ciudadanos de este hermosa Venezuela.  Como individuo que soy,  tengo la posibilidad de sacar mis conclusiones y tener mis ideas sobre cualquier tema. Creo que Dios creó la diversidad  por un motivo: para enriquecernos.  A pesar de los millones y millones de habitantes  de este planeta, no hay dos personas exactamente iguales, ni siquiera si son gemelos.  Ese es el regalo, ver que lo distinto a mi, me da la posibilidad de aprender y de complementar, claro todo eso mientras se tenga una mente abierta.

 

Si esto es cierto, entonces ¿qué ocurre internamente cuando alguien no piensa o actúa igual que nosotros? ¿Por qué nos sentimos  amenazados por quien piensa distinto? ¿Cómo hacemos para no dejarnos llevar por la rabia o la necesidad de defendernos ante el que es distinto a mi?

 

Como terapeuta y conocedora del comportamiento humano, se que la intolerancia viene de pensar que sólo hay una verdad o una forma de hacer las cosas. Adicionalmente, hemos confundido nuestra valía con el hecho de estar en lo cierto, creyendo que somos valiosos en la medida de que lo que proponemos sea lo ¨cierto¨.  Como consecuencia, cuando alguien no está de acuerdo nos sentimos amenazados y queremos defendernos. Esta necesidad de reafirmar nuestra valía es también la que nos hace descalificar al que no piensa igual.

 

A nivel individual, eres más feliz cuando eres tolerante, no te crees dueñ@ de la verdad y cuando abres tu mente y tu corazón para ver y entender la riqueza que hay en la diversidad. Por ejemplo, si un ser querido no piensa como tu, es bueno que respires profundo varias veces en lugar de reaccionar y tomes consciencia de las emociones que pasan por tu cuerpo. Adicionalmente, no confrontes, acepta las diferencias y, finalmente hazte la siguiente pregunta: ¿qué prefiero, tener la paz o la razón?

 

Los recientes resultados electorales, nos han permitido saber qué es lo que la mayoría quiere y bien sea que estemos de acuerdo o no, esta participación  masiva nos invita a ser más tolerantes con los puntos de vista que hay. En mi caso, este resultado no era lo que esperaba y luego de sobreponerme a la frustración elijo quedarme con el amor por mi país y por todos mis hermanos quienes habitamos esta hermosa ¨Tierra de Gracia¨, bien sea que piensen como yo o no.  Te invito a que no te quedes a la espera de que el otro sea quien te entienda, sino intenta practicar la tolerancia, ponerte en los zapatos del otro, entender por qué cree lo que cree y en definitiva a amarlo y aceptarlo más allá de sus puntos de vista.

 

Ojalá los venezolanos pudiéramos unirnos más y entender que todos somos hijos de Dios y de este país  y que sólo aportando cada uno de nosotros lo mejor será como podremos salir adelante, individual y colectivamente. Invoco la sabiduría para que a pesar de las diferencias políticas podamos ver los puntos de coincidencia, como por ejemplo el amor por la patria (si, ese que piensa distinto a ti también la ama). Pido que todos nos reencontremos como hermanos y podamos mirarnos sin tantos juicios ni críticas. Si queremos avanzar en paz cada uno debe empezar por si mismo.  Ese es el reto. Así que: ¡practica la tolerancia!

Autor: Carla Acebey de Sánchez

Mujer, esposa, madre y empresaria. Renacedora profesional, certificada para liderar seminarios del Proyecto Internacional de Autoestima y coach de autoestima, actualmente ejerce como consultora organizacional y facilitadora en talleres, seminarios a grupos y sesiones individuales.