El poder de desarrollar el observador de ti.
Desarrollar el observador que hay en ti es un paso muy valioso dentro del trabajo personal. Esto te permitirá darte cuenta de cuáles son tus áreas de mejora. ¿Sabes cómo lograrlo? Aquí te comparto mis sugerencias.
¿Dormida(o) o despierta(o)?
Cuando estás dormida, ves la vida como algo que te ocurre. Te comportas más como una persona reactiva ante los acontecimientos y hasta podrías sentirte víctima de las circunstancias y personas. Algunos incluso hablan de mala suerte.
Por otra parte, cuando estás despierto, tienes consciencia de tu poder personal. Es decir que sabes que son tus palabras, pensamientos, emociones y acciones los que producen tus resultados. Sabes que la vida es un tejido y que los hilos se mueven como consecuencia de la energía que emanas. Así que aprovechas ese poder para crear una existencia maravillosa.
Cuando tienes desafíos, que son la forma como aprendemos en la vida, lo tomas con calma. Entre estar dormido y despierto, las preguntas cambian. En lugar de decir ¿Por qué a mi? (como si lo que vives es un castigo) te preguntas ¿Para qué? es decir: buscas tomar consciencia del propósito de lo que estás viviendo. Esto se debe a que conoces la sabiduría de la vida y sabes que esos desafíos son una oportunidad para crecer y aprender.
El cambio comienza al desarrollar tu observador
Para llegar de estar dormido a estar despierto -que es hacer un trabajo personal para tener más consciencia- es imprescindible saber qué ocurre dentro de ti. Por ejemplo, por nuestra mente pasan unos 60.000 pensamientos diarios, la mayoría negativos y en mayor porcentaje de ellos son inconscientes, es decir: que no sabes que los estás pensando. Por otra parte, esas ideas influyen en nuestras emociones y forma de actuar y ni siquiera sabemos que están allí.
Otro ejemplo donde el observador es importante es el siguiente: dices que quieres tener una conversación relajada con tu pareja y crear nuevos acuerdos. Entonces le pides conversar y de pronto dice algo que, sin siquiera darte cuenta, hace que pierdas los estribos. Terminas gritando y peleando y por supuesto sin llegar a ningún acuerdo. En algunos casos, ni siquiera te das cuenta de lo ocurrido hasta que el episodio ha acabado, es decir ya terminó la discusión y ya se dijeron cosas hirientes.
Entonces el primer paso es hacer que surja el observador de ti. Eso significa que una parte de ti es un testigo alerta que oye tus pensamientos, tus palabras, sabe como te sientes y ve cómo estas actuando.
¿Cómo desarrollo a ese observador en mí?
Para desarrollar un hábito, necesitas repetir el comportamiento una y otra vez, hasta que lo hagas de manera automática o inconsciente. En este caso, requieres hacer el trabajo de estar alerta de ti hasta que se convierta costumbre.
Para comenzar, pon una alarma en tu celular varias veces en el día, por lo menos 5. Cuando la alarma suene, detente por un instante. Toma una respiración profunda y revisa tu último pensamiento. Además, toma consciencia de tu cuerpo y revisa: ¿qué estas sintiendo? Finalmente, presta atención a las palabras que has estado usando.
Por otra parte, es importante que a medio día y en la noche te dediques 5 minutos para revisar esa mitad del día. Paséate por tus conversaciones, acciones e incluso trata de recordar algún pensamiento que haya pasado por tu mente.
Poco a poco se te hará familiar darte cuenta de lo que ocurre en ti, es decir, ese observador se irá fortaleciendo. A partir de lo que has estado revisando puedes elegir los cambios que quieres hacer. Ya estás dando los pasos ¡Bien por ti!
Tu destino en tus manos al usar tu observador.
Hay una frase muy poderosa que Carl Jung -pionero de la psicología profunda- quien dijo: «Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino».
Lo bueno de este trabajo de consciencia que te propongo con el observador, es que te adueñas de tu destino. ¿Cómo? Porque en todo momento estás alerta de ti. Porque en todo momento oyes tus pensamientos y los corriges por unos mejores. Por ejemplo: oyes el diálogo interno en cuanto a la prosperidad. Te das cuenta de que tus pensamientos refuerzan que todo está muy caro, que el dinero no te alcanza y que tu vida es muy dura. Entonces inmediatamente cambias las ideas. Te reafirmas diciendo frases como: «todo está a mi favor, siempre hay para mí y Dios me sostiene y provee». Así, la experiencia será distinta. Eso ocurre porque te enlazas con la realidad colectiva que se corresponde con esas nuevas ideas.
Otro ejemplo: Estás sosteniendo una conversación complicada, te oyes y sabes que no estas usando las palabras adecuadas. Haces un alto y dices: disculpa, esto no está yendo en la dirección que quiero, hagamos una pausa y retomemos en unos minutos. Con este ejemplo puedes ver cuánto conflicto te ahorras y lo fluidas que pueden ser tus relaciones.
Una última recomendación: practica el silencio y la meditación. En la medida en que haces silencio, puedes oír mejor tus pensamientos y tomar mayor consciencia y conexión con el observador en ti. Por otra parte, con la meditación puedes relajar tu cuerpo y acallar tu mente.
El camino para llegar a ese observador puede ser largo, pero te aseguro que valdrá el esfuerzo. Así que ¡vamos, comienza ahora mismo!
Autor: Carla Acebey de Sánchez
Mujer, esposa, madre y empresaria. Renacedora profesional, certificada para liderar seminarios del Proyecto Internacional de Autoestima y coach de autoestima, actualmente ejerce como consultora organizacional y facilitadora en talleres, seminarios a grupos y sesiones individuales.